Puntos clave

  • Los planes de transición de inversores y empresas no se limitarán a la descarbonización
  • Se espera una mayor atención a las cuestiones sociales, desde la transición "justa" hasta la divulgación de información. 
  • Mayor impulso para medir la dependencia y el impacto en la naturaleza
  • Los crecientes riesgos físicos del cambio climático centran la atención en las necesidades de adaptación.
  • Se espera una nueva oleada de normativas sobre sostenibilidad en 2024
Desde hace unos años, las inversiones en sostenibilidad se centran en el cambio climático. Según Morningstar, a finales de 2022 había unos 415.000 millones de dólares de activos en fondos para el clima, frente a unos 220.000 millones de dólares solo dos años antes.

También hemos asistido a un importante aumento de los compromisos de emisión neta cero de carbono. Según Net Zero Tracker, el 92% de la actividad económica mundial, vinculada al 88% de las emisiones mundiales, está ahora cubierta por un objetivo de cero emisiones netas (véase el gráfico 1).

Más de la mitad de las 2.000 mayores empresas del mundo tienen un objetivo de emisión cero, lo que representa el 66% de sus ingresos anuales totales. Es más, el número de corporaciones comprometidas con la reducción a cero creció más de un 40% en solo 16 meses: de 702 en junio de 2022 a 1.016 en noviembre de 2023.

Chart 1: Net-zero goals, by world, country, city, company

Fuente: Net Zero Tracker, consultado el 20 de noviembre de 2023

Más allá del cambio climático

De cara a este 2024, esperamos ver más medidas que ayuden a convertir estas buenas intenciones en realidad. Dicho esto, centrarse únicamente en la descarbonización no será suficiente. Los planes de transición climática también tienen que dar resultados y generar:

  • Una transición justa

  • Una transición positiva para la naturaleza

  • Una transición resistente

Son caminos hacia la neutralidad que no perjudican al mundo natural ni a la sociedad. También reconocen la importancia de adaptarse a los riesgos físicos -tormentas, inundaciones y sequías- causados por el cambio climático.

Este fue un punto clave de la conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el clima, la COP28, que se celebró el pasado año en Dubai. Los esfuerzos de los inversores se centran en poder evaluar los efectos interrelacionados de estos objetivos de transición, así como en satisfacer las exigencias de una creciente divulgación normativa. Sin embargo, conseguir datos que ayuden a tomar decisiones será un gran reto. A continuación, analizamos los principales avances en cada uno de ellos:

Una transición socialmente "justa”

Esperamos que en 2024 se preste mucha más atención a los factores sociales. La transición energética no puede tener éxito sin tener en cuenta a las principales partes interesadas: necesita trabajadores con las cualificaciones adecuadas, comunidades locales solidarias y consumidores que puedan permitirse utilizar estas nuevas tecnologías bajas en carbono.

Además, esperamos que aumente la exigencia de medir y divulgar los parámetros sociales en las carteras de inversión. Por ejemplo, en el Reino Unido, se lanzó a principios del año pasado la Taskforce on Social Factors con una propuesta para integrar los parámetros sociales en las inversiones en pensiones.

Este año también se pondrá en marcha el Grupo de trabajo sobre desigualdad y divulgación de información financiera de carácter social (TISFD), que sigue los pasos del Grupo de trabajo sobre divulgación de información financiera relacionada con el clima y del Grupo de trabajo sobre divulgación de información financiera relacionada con la naturaleza (TNFD). Esta iniciativa contribuirá a que se preste cada vez más atención a la demostración del modo en que las cuestiones sociales -derechos humanos, normas laborales, diversidad, equidad e inclusión- se evalúan por su impacto financiero en las inversiones y se integran en el proceso de inversión.

Otra cuestión social que esperamos que adquiera mayor relevancia es el impacto de la tecnología, y en particular de la inteligencia artificial (IA), sobre las personas.

Una transición positiva para la naturaleza

No existe neutralidad de emisiones si no se preserva el capital natural, es decir, las reservas de plantas, animales, aire, agua, suelo y minerales que, en conjunto, aportan beneficios a las personas. Por ejemplo, el uso de la tierra es una importante fuente de carbono que puede convertirse en un almacén de carbono con las medidas adecuadas, como la lucha contra la deforestación.

Cada vez se prestará más atención a la producción de alimentos, que contribuye a cerca de un tercio de las emisiones mundiales pero que, hasta ahora, no ha recibido la misma atención que la energía.

Hemos observado un mayor interés de los inversores por la naturaleza y la biodiversidad tras el lanzamiento del Marco Global de Biodiversidad en 2022 y la publicación del informe final del TNFD sobre los requisitos de divulgación relacionados con la naturaleza. Con el tiempo, la atención se desplazará a la obtención de datos para cumplir esos requisitos y, lo que es más importante, a la identificación de oportunidades de inversión relacionadas con la naturaleza. Pero conseguir datos útiles es un reto importante. Nuestro estudio de los proveedores de datos muestra que están compitiendo para desarrollar metodologías, ya que las propias empresas revelan muy pocos datos.

También se espera que la regulación sea un factor clave. En el Reino Unido, por ejemplo, la política de "ganancia neta de biodiversidad" entrará en vigor este año. Esta política exigirá que los proyectos urbanísticos tengan un impacto positivo en la biodiversidad.

Una transición resistente

El mundo ya ha alcanzado un calentamiento de 1,25 °C respecto a los niveles de la era preindustrial, y se calcula que 2023 fue el año más caluroso jamás registrado.

El cambio climático tiene efectos devastadores en las comunidades de todo el mundo y, sin embargo, las emisiones siguen aumentando, con otro aumento del 1,2% en 2022, un nuevo récord. Ya es demasiado tarde para centrarse únicamente en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. También tenemos que invertir en medidas de adaptación para aumentar la resiliencia al impacto físico del cambio climático. Por ejemplo, es necesario invertir en nuevas infraestructuras para hacer frente a la subida del nivel del mar, así como en tecnologías innovadoras para que los cultivos sean más resistentes al calor. La mayoría de las estrategias climáticas se centran en soluciones de transición, pero esperamos que en 2024 se produzca un cambio y el capital fluya cada vez más hacia estas soluciones de adaptación.

Conclusiones

En 2024, los inversores deben estar preparados para demostrar cómo tienen en cuenta estos requisitos complejos e interconectados en sus procesos de inversión y planes de transición. Los inversores deben centrarse en la medición y evaluación de los datos para comprender los riesgos y oportunidades relacionados con la transición, así como cumplir con el entorno más exigente de divulgación relacionada con la sostenibilidad que se avecina el próximo año.

Creemos que las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial y el análisis de datos por satélite, podrían transformar la forma en que medimos y divulgamos los datos relacionados con la sostenibilidad.

Para lograr una transición justa, positiva para la naturaleza y resiliente, necesitamos una innovación tecnológica continua, voluntad política y un panorama político sólido para movilizar el capital privado. En este sentido, los inversores pueden desempeñar su papel colaborando con los responsables políticos y las empresas para fomentar planes de transición creíbles y exhaustivos, y buscar una mayor transparencia.